Un producto cosmético nuevo que pretende un efecto fisiológico beneficioso en la piel debe cumplir 3 premisas:
Deben existir publicaciones, revisadas por científicos independientes, de tipo doble control (es decir, donde se compara la sustancia a evaluar con una sustancia placebo) y con diferencias en sus resultados estadísticamente significativas con respecto al grupo control. Los ensayos deben incluir el uso de instrumentos no invasivos, que midan características como la pérdida transcutánea de agua, corneometría, elasticidad de la piel, la colorimetría, el análisis de la superficie de réplica, y otras. Las fotografía pre-tratamiento y post-tratamiento por sí solas no son suficientes porque hay dificultades importantes a la hora de estandarizar la fotografía clínica. Las trampas de los ensayos clínicos publicados hasta la fecha son que muchos de los informes son anecdóticos, se han realizado en pequeños grupos de pacientes y la significación estadística no se indica en los mismos. Otra forma de demostrar los efectos de un producto es la histología (cortes de tejido evaluados al microscopio). Los cambios histológicos de la piel fotoenvejecida están bien documentados.
Sería deseable que las empresas que se dediquen a la venta de estos productos aporten esta información a los clientes o mejor dicho, que los clientes exigiesen dicha información a estas empresas.