Hace cinco décadas, se propuso una teoría según la cual, la mayor formación de sustancias oxidantes o radicales libres en nuestras células era el principal proceso culpable del envejecimiento y disminución de la duración de la vida.
Las mitocondrias presentes en nuestras células y responsables de la producción de energía, son la principal fuente de radicales libres. Durante mucho tiempo, estos se consideraban exclusivamente subproductos no deseados de la fosforilación oxidativa. En apoyo de esta teoría, un número significativo de estudios científicos sugiere que un menor estrés oxidativo contribuye a un aumento de la esperanza de vida. Por ello, se han realizado importantes esfuerzos para encontrar y producir moléculas capaces de reducir la formación de radicales libres debido a la suposición de que este tipo de intervenciones podrían bloquear o al menos mejorar los procesos de envejecimiento en los seres humanos. Dichas moléculas son los llamados antioxidantes.
Las mitocondrias presentes en nuestras células y responsables de la producción de energía, son la principal fuente de radicales libres. Durante mucho tiempo, estos se consideraban exclusivamente subproductos no deseados de la fosforilación oxidativa. En apoyo de esta teoría, un número significativo de estudios científicos sugiere que un menor estrés oxidativo contribuye a un aumento de la esperanza de vida. Por ello, se han realizado importantes esfuerzos para encontrar y producir moléculas capaces de reducir la formación de radicales libres debido a la suposición de que este tipo de intervenciones podrían bloquear o al menos mejorar los procesos de envejecimiento en los seres humanos. Dichas moléculas son los llamados antioxidantes.
Inesperadamente, los efectos beneficiosos no se han producido. Es más, una serie de estudios sugiere que el consumo de suplementos con antioxidantes pueden promover el cáncer en los seres humanos. Por otro lado, se ha sugerido que la restricción calórica actúa induciendo un estres celular de bajo nivel, que culmina en un aumento creciente de la resistencia al mismo y, en última instancia, a una mayor longevidad en última instancia. Esto reflejaría una respuesta adaptativa conocida como hormesis, hormesis mitocondrial o mitohormesis.
También, los seres humanos que realizan ejercicio o con una dieta baja en hidratos de carbono muestran un aumento paulatino de la defensa antioxidante.
La lonidamina, un inhibidor glicolítico es capaz de alargar la vida en un organismo modelo para los procesos de envejecimiento, el gusano Caenorhabditis elegans. Por otra parte, el compuesto aumenta la resistencia al estrés al paraquat, y promueve la respiración mitocondrial, con una mayor formación de especies reactivas del oxígeno o radicales libres. El alargamiento de la vida requiere la activación de la enzima PMK-1, un ortólogo de la p38 MAP quinasa, y es abolido por la co-aplicación de un antioxidante, lo que indica que el aumento de la formación de sustancias oxidantes es necesario para la ampliación de la vida útil que produce la lonidamina.