La caída de los adultos mayores es un problema bien conocido de salud pública, pero la asociación entre la caída y el apetito, aunque rara vez se ha estudiado aunque un estado nutricional deficiente se acepta como un factor de riesgo de caídas.
En un estudio reciente, 12 ancianos, ocho mujeres y cuatro hombres, con un historial de varias caídas en el último año fueron entrevistados en relación con sus pautas de alimentación y apetito. Comer no es rutina diaria trivial y necesita auto-reglamentación. Para estos ancianos, las comidas no eran un objeto de deseo, sino de disciplina derivada de la voluntad de sobrevivir. Ni la comida más deliciosa les motivava.
Sin embargo, las relaciones personales y las dependencias garantizaban la cohesión social y la seguridad en las vidas de estos ancianos. La caída es a la vez un incidente sin importancia en la vida o boen puede ser un incidente dramático que derive en la muerte del anciano. Desde esta perspectiva, la búsqueda de seguridad y un sentido de conexión social, fue el incentivo para volver a sentir ganas de recuperarse.